Cómo catar un vino: Aspecto, aroma y sabor

Saber cómo catar un vino nos habilita para distinguir los atributos del vino y su intensidad, con el objetivo de poder dar una descripción exhaustiva de sus propiedades. Dicho de otra manera, saber llevar a cabo una cata nos permite diferenciar un buen vino de otro que no lo es. Al menos en función de nuestros gustos.

¿Es un arte o una ciencia? Un poco de cada, podríamos decir. Catar un vino es ponerlo a prueba con nuestros sentidos, particularmente la vista, el olfato y el gusto, aunque también intervienen el oído y el tacto. El objetivo de una cata es percibir las particularidades de la composición del vino. De este análisis extraeremos conclusiones que tienen que ver con su calidad, su cuerpo, su textura, su aroma y su sabor.

 

Cómo catar un vino: Las 3 fases esenciales

Para saber cómo catar un vino debemos tener presente, en primer lugar, cuáles son esos elementos sensoriales en los que tenemos que fijarnos para realizar nuestra exploración. Nos centraremos en la vista, el olfato y el sabor, por ser los más evidentes.

A cada sentido se le da su espacio separado en fases, que siempre se realizan en el mismo orden.

 

Análisis visual del vino

 

A través de la vista podemos captar algunas de las características más relevantes del vino, como son el color, la tonalidad, la limpidez o la formación de burbujas. El aspecto visual del vino, en definitiva, pero atendiendo a muchos matices.

La manera de hacerlo es levantando nuestra copa de vino a la altura de los ojos y observar detenidamente. Será importante, en esta fase de la cata, que dispongamos de una fuente de luz apropiada que nos permita detectar bien tanto el color y la trasparencia, como la presencia de sedimentos.

Para observar mejor todos estos matices, la luz es fundamental que sea blanca. Si no lo es el análisis visual puede verse comprometido o distorsionado. Las moléculas responsables del color del vino son muy sensibles a la luz. Servirá tanto la luz natural de los rayos solares como la luz artificial, siempre que se cumpla esta condición.

Con el tiempo y la experiencia nos daremos cuenta de que los colores de un vino van más allá de tinto o blanco.  Podemos hablar de una escala de colores que abarca un amplio espectro:

  • Para los vinos blancos podemos hablar de: amarillo verdoso, amarillo pajizo, dorado o ámbar.
  • Los vinos rosados adquieren una amplia gama de tonalidades: rosa salmón, frambuesa, grosella o clarete.
  • Por último, los vinos tintos pueden presentarse como: rojo púrpura, rubí, granate o teja.

 

cómo catar un vino

 

Limpidez, transparencia y efervescencia

El color y la tonalidad no son los únicos aspectos a tener en cuenta para saber cómo catar visualmente un vino. Atendiendo a la limpidez, podemos detectar si un vino es filtrado o presenta ciertas partículas en suspensión.

Por otra parte, un vino puede ser más o menos translúcido. Sin llegar a ser transparentes del todo, algunos vinos tienen más colorante que otros, podríamos decir. Lo notaremos fijándonos en la facilidad con que se deja atravesar por la luz.

El grado de formación de burbujas, que también se denomina efervescencia, es lo que nos permite diferenciar un vino espumoso de otro tranquilo.

 

etapas de cata de vino

 

Análisis aromático del vino

 

El aroma es el olor que libera el vino, y está íntimamente relacionado con los constituyentes que forman parte de él.

Poder llevar a cabo adecuadamente nuestra cata olfativa del vino es la razón por la que nos sirven solo una cantidad pequeña de vino en la copa durante una cata. Girando levemente la copa liberamos los aromas encerrados en el vino para que lleguen a nuestra nariz. Por eso la copa no puede estar está demasiado llena.

Debemos tener en cuenta que la cata tiene que realizarse en una habitación ventilada y a salvo de evitar olores ajenos al vino.

Para no perder ningún olor hay que acercar la nariz a la copa. En esta fase de la cata debemos tener paciencia porque los aromas se hacen notar lentamente, a medida que van entrando en contacto con el aire.

 

Cómo catar un vino: El famoso bouquet

Uno de los términos clásicos que interviene en cómo catar un vino es el bouquet. Esta palabra de origen francés se aplica en todas las catas, y está relacionada con el conjunto de fragancias complejas que se originan en un vino como consecuencia del proceso de envejecimiento al que ha sido sometido. Es decir, es un aroma que desprende el vino que ya lleva embotellado un tiempo, por lo que apenas está presente cuando se trata de un vino joven.

Se puede decir que el bouquet es un aroma de tipo terciario, entendiendo como primarios los aromas que provienen de la variedad de uva con la que el vino ha sido elaborado. Siguiendo esta terminología, se denomina aroma secundario a aquel que procede de la propia fermentación del vino.

Serán los vinos de crianza los que tengan los tres tipos de aromas al completo, incluido el famoso bouquet. Por lo tanto, la presencia de bouquet es una señal de maduración del vino.

  • El bouquet puede evocar un sinfín de olores, como cuero, frutas, especies, flores, frutas, maderas, hierbas, etc.
  • Con respecto a los olores primarios y secundarios, podemos categorizarlos también en grandes grupos aromáticos. Algunos de ellos son: frutales, florales, tostados, vegetales, especiados o balsámicos.
  • Dentro de la jerga habitual de los expertos en cómo catar un vino suelen oírse términos como frambuesa, vainilla, miel, café o chocolate.

 

como catar un vino

 

Análisis del sabor de un vino

 

Mediante nuestro sentido del gusto podremos identificar aspectos como el nivel de dulzor o de acidez de un vino. O saber decir si estamos un vino seco o refrescante, o si tiene más o menos graduación alcohólica. Otros aspectos que podemos percibir saboreando un vino es si tiene cuerpo, si está equilibrado o si los aromas se mantienen o se evaporan fácilmente.

Para realizar la degustación el primer paso es dar un sorbito pequeño, que mantendremos en la boca durante unos segundos, removiéndolo un poco. En un primer momento entran en acción los labios y la punta de la lengua. A continuación será el paladar entero el que prosiga saboreando.

A medida que el vino se va calentando en la boca notaremos nuevas sensaciones y se desatarán nuevos aromas que confirmarán o acentuarán lo ya percibido. Pero no será hasta que traguemos el vino que experimentaremos una sensación global que será la suma de todos nuestros sentidos.

Será entonces cuando podremos juzgar con autoridad si estamos ante un vino joven o maduro, seco o punzante, afrutado o amaderado; granulado, dulce o refrescante…

 

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